El lince ibérico se conserva gracias al trabajo colectivo

AbandoNOanimal lince ibérico

Nadie debe dudar que el lince ibérico se ha convertido a través de los años en un icono del territorio español, especialmente en las poblaciones de Andalucía y Toledo. No en vano, ecologistas, científicos y gestores medioambientales, tanto del ámbito público como del privado, han trabajado intensamente para evitar la desaparición de uno de los últimos grandes mamíferos salvajes que quedan en la península.

Pues, la labor de los elementos citados en el párrafo pasado ostenta un mérito superlativo, considerando que la protección de estos individuos, quienes poco más de 300 se mantenían con vida en 2013, ha sido cuestionada por un sector de la sociedad, en su mayoría aquel demagogo que argumenta que el lince evita la expansión de recursos públicos.

Asimismo, dicha especia animal ha fungido de referente dentro de un turismo culto y respetuoso que valora la naturaleza salvaje que, prácticamente, desapareció en Europa, pero que, en Andalucía, donde habita el grueso del grupo, no pierde vigencia.

De hecho, el lince ibérico dejó atrás la categoría de especie en extinción en 2014, lo que pudo considerarse como todo un éxito colectivo de los andaluces. No era fácil parar el camino hacia la desaparición de esta especie, pero tanto desde la Consejería de Medio Ambiente como desde otros organismos se consiguió enderezar el rumbo gracias a un riguroso trabajo científico y al buen hacer en política medioambiental.

abandoNOanimal felino español

Ahora, los datos del 2016 suministrados por el Diario de Cádiz desvelan que seguimos en la senda positiva, ya que la población de este felino alcanzó los 404 ejemplares, de los que 361 se encontraban en Andalucía, lo que confirma la tendencia al alza, y por consiguiente, una noticia positiva en beneplácito de la protección al animal, y por qué no reconocerlo, del turismo de aventura en la nación.

Vale explicar que el lince es un felino de aspecto frágil, con patas largas y una cola corta con una bolita negra en el extremo que suele mantener erguida batiéndola en momentos de peligro o excitación. Sus características orejas puntiagudas están terminadas en un pincel de pelos negros rígidos que favorece su camuflaje  al descomponer la redonda silueta de su cabeza.

También son características las patillas que cuelgan de sus mejillas, mismas que aparecen a partir del año de vida, cuando apenas cuelgan por debajo de la barbilla y aumentan de tamaño con la edad. Los machos tienen las patillas y los pinceles negros más largos que las hembras.

Para concluir, la unión de buena parte, y de diversos fragmentos de la población española resultó clave en la conservación de este felino, lo que debe significar un antecedente y ejemplo verídico de que cuando todos, o la mayoría remamos hacia el mismo lado, la sociedad crece. Y el animal, con sus pro y contras, es parte de nosotros.

Definitivamente, el lince ibérico es una especia esencial de nuestra naturaleza.